He tenido una vida hermosa, que se forjó desde cuando no era consciente que la realidad se crea desde el pensamiento. Fue después, que me di cuenta que la felicidad, la belleza, la salud, la fuerza, la sensibilidad, la gratitud, la devoción y el amor, son algunos de los dones naturales al ser humano. Compañero de Alexandra hace siete años, con quien compartimos seis hijos y una nieta. Victoria, de cuatro años, hija de mi hija mayor Andrea, ha venido a mostrarme que hay formas de amor que desconocía. Ella llegó a poner orden y humildad, cuando creía que algo sabía de amar a otra persona.

Soy de carreras largas. Creo en la lealtad a principios, valores y personas. Tengo amigos de cuando era niño ¡claro que reconozco su mérito en soportar mis aprendizajes! lo que los hace aún más grandes a mis ojos. Mi actividad profesional se desarrolló siempre en el área comercial. Así, por gracia de la vida, fui gerente de ventas de importantes industrias líderes en Ecuador. Las ventas tienen la belleza de poder servir y mantenernos en permanente contacto humano con otras personas, de lo que he heredado queridos amigos para toda la vida.

Profesionalmente acompaño seres humanos en las organizaciones, desde procesos individuales y grupales, para que generen valor, contribuyan a la obtención de los objetivos estratégicos, y generen bienestar en sus relaciones laborales, sociales y familiares, con mayor responsabilidad y consciencia en todas las dimensiones de vida.

Disfruto como niño de la bicicleta de montaña, para aprovechar los divinos parajes de ficción que nuestros bellos países andinos nos regalan. De igual forma, me gusta caminar en torno a una mesa de billar, buscando las mejores carambolas a tres bandas; o encontrar la jugada perfecta en una partida de scrabble o elevar cometas en las frías y a la vez soleadas mañanas de nuestros hieráticos enclaves edénicos.

Vivo agradecido por todo y por tanto.